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¿Inteligencia artificial: oportunidad o amenaza?


La AI es un componente clave en el proceso de desarrollo económico y social. Su implementación requiere de un sistema efectivo del que deben participar tanto actores públicos como privados. ¿Qué impacto tendrá y cómo evolucionará en los próximos años?


La situación en América Latina y el Caribe
América Latina y el Caribe (ALC) han tenido notables avances en materia económica y social en las últimas décadas. No obstante, los resultados de los últimos tres años —0,5 % en 2015, contracción de 1,1 % en 2016 y 0,9 % en 2017— plantean enormes retos, en especial, la disminución de la pobreza, la reducción de la desigualdad y la ampliación de la clase media.

Desde esta perspectiva, distintos foros o reuniones de alto nivel convergen en un mismo punto: para retomar una nueva senda de crecimiento consolidado, es necesaria una nueva ola de reformas estructurales. Por una parte, es necesario el desarrollo de capital humano, cuyo punto clave es la calidad de la educación, y, por otra, la transformación del papel del Estado.

El Estado ha sido siempre la mano invisible del mercado, pero también debe ser la mano visible que asegure la solidaridad, la equidad, la justicia y las reglas de juego, como indica la Secretaría General Iberoamericana (Segib). En materia económica, es necesario crear una infraestructura mejor y más sostenible, que no se espera que opere de modo tradicional, sino más bien conformando una red que interconecte objetos físicos valiéndose de las tecnologías de la información.

Asimismo, se considera que la región debe aumentar su productividad, diversificar el comercio, fortalecer el clima de negocios y exponer a sus empresas a una mayor competencia tanto doméstica como externa. En ese sentido, la diversificación del comercio y la revolución de la productividad son dos caras de la misma moneda. En efecto, el conocimiento, la tecnología y la innovación acapararán el espacio que ocupan hoy las materias primas en el mundo, a lo que se llegará después de esta crisis.

Son cada vez más las opiniones respecto al ingreso a una era de innovación —conocida como la cuarta revolución industrial— que es resultado de la convergencia de la robótica, nanotecnología, biotecnología, tecnologías de la información y comunicación, inteligencia artificial y otras tecnologías de última generación, que están transformando por completo los sectores económicos a una velocidad impresionante.

Esta es una revolución basada en el Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés), en el que todos tienen acceso a la información en todo momento, en todas partes y todo el tiempo. Hablamos de recolectar y analizar datos de manera masiva y automatizada (Big Data), para la toma de decisiones y su implementación en tiempo real. En los siguientes años se espera que el alcance y ritmo de la innovación transforme la manera en que producimos, distribuimos y consumimos.

Como consecuencia de todo lo anterior, las agendas de política pública de varios países han comenzado a enfocarse en la industrialización tecnológica, la adopción generalizada de las TIC y el desarrollo de redes de infraestructura de telecomunicaciones avanzadas. Indudablemente, estamos frente a una nueva era que supone un esfuerzo presupuestal importante, tanto del sector empresarial como de los Estados. Según las previsiones, esta revolución tendrá un impacto menor en las economías desarrolladas respecto de los mercados emergentes —especialmente América Latina y Asia—, que se verán afectados por la reducción de la ventaja competitiva de la mano de obra barata.

En suma, es indispensable que los gobiernos de la región promuevan la accesibilidad y asequibilidad de las nuevas tecnologías, para prevenir el surgimiento de nuevas disparidades en ingresos, capacidades y oportunidades, ya que la relación entre innovación y desarrollo, nuevos productos, nuevos procesos y nuevas formas de organizar la producción, cambia cuantitativa y cualitativamente la estructura de la economía y de la sociedad. Este proceso no es determinístico ni lineal. Las políticas públicas y las instituciones de apoyo a la tecnología e innovación desempeñan un papel fundamental. Por ende, para que haya un cambio tecnológico y transformación estructural se requieren recursos humanos calificados e instituciones de formación e investigación de excelencia; empresas que desarrollen proyectos innovadores, y una estructura productiva que demande y genere conocimiento; y también, instituciones de apoyo a estas inversiones.

La relación inteligencia artificial y crecimiento económico
Las potenciales aplicaciones de la inteligencia artificial (IA) —entendida como la capacidad de las máquinas para realizar procesos— son infinitas en sectores como el transporte, la medicina y la industria, así como en el sector financiero. Así, resulta atractivo en momentos como los actuales, con un marcado descenso en la capacidad de los factores de producción tradicionales de capital —la tasa marginal de eficiencia del capital viene disminuyendo desde hace 50 años— y en el trabajo. En este contexto, la IA es vista como un tercer factor de producción y podría superar las limitaciones físicas del capital y el trabajo para abrir nuevas fuentes de crecimiento económico.

Al respecto, Mark Purdy y Paul Daugherty indican lo siguiente: «La IA abre al menos tres vías importantes hacia el crecimiento. En primer lugar, puede crear una nueva mano de obra virtual; es lo que llamamos ‘automatización inteligente’. En segundo lugar, la IA puede complementar y enriquecer los conocimientos y capacidades de la actual mano de obra y el capital físico. Por último, y al igual que tecnologías anteriores, la IA puede impulsar innovaciones en la economía. Con el tiempo, todo ello se convierte en un catalizador de una amplia transformación estructural. Las economías que utilizan la IA no sólo tienen un modo diferente de hacer las cosas, sino que también hacen cosas diferentes».

Estimaciones realizadas en 10 países desarrollados indican que la IA podría duplicar la tasa de crecimiento del PIB y aumentar la productividad del trabajo del 11 % y el 37 %.

Con relación a nuestra región, Ovanesso y Plastino indican que «se necesita tiempo para que el impacto de una nueva tecnología comience a reflejarse mejor en la economía». Utilizan el 2035 como «el año de comparación». Según sus estimados de Argentina, Brasil, Chile, Colombia y Perú, la IA produce los mayores beneficios económicos en términos absolutos para Brasil, culminando en US$  432  000 millones adicionales en su valor agregado bruto (VAB) en el 2035. Esto implicaría un impulso de 0,9 % para el crecimiento de ese año. Chile y Perú podrían aumentar su VAB en 1 % gracias a la inteligencia artificial. Mientras tanto, Colombia podría tener una expansión adicional de 0,8 %. Cálculos más globales estiman que la economía mundial será US$ 16 billones más grande en 2030, gracias a la IA.

Las mejoras en la productividad del trabajo representarán más de la mitad de todas las ganancias económicas de la IA hasta 2030; mientras que el aumento de la demanda de los consumidores, como resultado de mejoras en el producto, hará el resto.

Las ganancias regionales se sentirán más fuertemente en China, que recibirá un aumento del 26 % en su PIB en 2030, seguida de Estados Unidos (14,5 %). En conjunto, ambos países representarán casi el 70 %, o US$ 10,7 billones, del impacto económico global de la IA. Europa y los países desarrollados de Asia también se beneficiarán significativamente (9 % a 12 % del PIB en 2030), en tanto los países en desarrollo de África, América Latina y Asia tendrán ganancias modestas (menos del 6 %).

Los beneficios de la IA se sentirán de manera diferente en todos los sectores, afirman Ovanesso y Plastino en su informe «Cómo la Inteligencia Artificial puede Generar Crecimiento en Sudamérica». Los minoristas, los servicios financieros y el sector de la salud recibirán las recompensas a medida que aumenten la productividad, el valor del producto y el consumo.

Riesgos y amenazas
Debido a su naturaleza de uso dual, no todo lo que se nos muestra de la IA es necesariamente positivo. Por ello, hay debates respecto a su aplicación. Al respecto cabe citar que, en febrero de 2017, un total de 26 de los importantes expertos e investigadores en IA, se reunieron en Oxford, Reino Unido, para analizar los posibles impactos maliciosos en el futuro. El resultado de esta reuniones ha sido el informe «The Malicious Use of Artificial Intelligence: Forecasting, Prevention, and Mitigation».

El informe examina el panorama de posibles amenazas a la seguridad derivadas de usos malintencionados de las tecnologías de inteligencia artificial y propone formas de predecir, prevenir y mitigar mejor estas amenazas. Analizan, pero no resuelven de manera concluyente, la cuestión de cuál será el equilibrio a largo plazo entre los atacantes y los defensores. Se centran en cambio en los tipos de ataques que probablemente se verán pronto si no se desarrollan defensas adecuadas. El informe hace cuatro importantes recomendaciones:

  • Los responsables políticos deberían colaborar estrechamente con los investigadores técnicos para investigar, prevenir y mitigar los posibles usos maliciosos de la IA.
  • Los investigadores e ingenieros en inteligencia artificial deberían tomar en serio la naturaleza de uso dual de su trabajo, permitiendo que las consideraciones relacionadas con el uso indebido influyan en las prioridades y normas de investigación, y estableciendo contacto proactivo con los actores relevantes cuando las aplicaciones dañinas son previsibles.
  • Deben identificarse las mejores prácticas en las áreas de investigación con métodos más maduros para abordar problemas de uso dual, como la seguridad informática y adoptarlas cuando corresponda en el caso de la IA.
  • Buscar activamente expandir el universo de partes interesadas y expertos en el dominio involucrados en las discusiones sobre estos desafíos.

Asimismo, sostiene que a medida que las capacidades de IA se vuelven más poderosas y generalizadas, se espera que el uso creciente de los sistemas de IA genere los siguientes cambios en el panorama de las amenazas:

  • Expansión de amenazas existentes. El costo de los ataques puede reducirse mediante el uso escalable de los sistemas de IA para completar tareas que normalmente requerirían trabajo humano, inteligencia y experiencia.
  • Introducción de nuevas amenazas. Pueden surgir nuevos ataques mediante el uso de sistemas de IA para completar tareas que de otro modo serían pocas prácticas para los humanos. Además, los actores malintencionados pueden explotar las vulnerabilidades de los sistemas de inteligencia artificial.
  • Cambia al carácter típico de las amenazas. Creen que hay razones para esperar que los ataques permitidos por el uso creciente de la inteligencia artificial sean especialmente efectivos, estén bien focalizados, sean difíciles de atribuir y exploten las vulnerabilidades en los sistemas de inteligencia artificial.

Por otra parte, se estructura el análisis considerando por separado tres dominios de seguridad e ilustra posibles cambios a las amenazas dentro de estos dominios a través de ejemplos representativos:

  • Seguridad digital El uso de la inteligencia artificial para automatizar tareas relacionadas con la realización de ataques cibernéticos aliviará la compensación (trade off) existente entre la escala y la eficacia de los ataques. Esto puede ampliar la amenaza asociada con los ataques cibernéticos intensivos en mano de obra. También esperamos nuevos ataques que exploten vulnerabilidades humanas (por ejemplo, mediante el uso de síntesis de voz para suplantación), vulnerabilidades de software existentes o las vulnerabilidades de sistemas de inteligencia artificial.
  • Seguridad física. El uso de inteligencia artificial para automatizar tareas relacionadas con la realización de ataques con drones y otros sistemas físicos (por ejemplo, mediante el despliegue de sistemas de armas autónomos) puede ampliar las amenazas asociadas con estos ataques.
  • Seguridad política. El uso de AI para automatizar tareas relacionadas con la vigilancia, persuasión y engaño puede ampliar las amenazas asociadas con la invasión de privacidad y la manipulación social. También se esperan ataques novedosos que aprovechen una mejor capacidad para analizar los comportamientos humanos, los estados de ánimo y las creencias sobre la base de los datos disponibles.

Además de las recomendaciones de alto nivel enumeradas anteriormente, también propone la exploración de varias preguntas abiertas y posibles intervenciones dentro de cuatro áreas de investigación prioritarias:

  • Aprender de y con la comunidad de ciberseguridad. En la intersección de la ciberseguridad y los ataques de IA, destaca la necesidad de explorar e implementar potencialmente el trabajo en equipo en red, la verificación formal, la divulgación responsable de las vulnerabilidades de AI, las herramientas de seguridad y el hardware seguro.
  • Explorando diferentes modelos de apertura. A medida que la naturaleza del uso dual de la AI y el machine learning se hace evidente, destaca la necesidad de repensar normas e instituciones en torno a la apertura de la investigación, comenzando con la evaluación de riesgos previa a la publicación en áreas técnicas de especial interés, modelos de licencias de acceso central, compartiendo regímenes que favorecen la seguridad y otras lecciones de otras tecnologías de uso dual.
  • Promoviendo una cultura de responsabilidad. Los investigadores de IA y las organizaciones que los emplean se encuentran en una posición única para dar forma al paisaje de seguridad del mundo habilitado para IA.
  • Desarrollar soluciones tecnológicas y de políticas. Además de lo anterior, estudiar una gama de tecnologías prometedoras, así como intervenciones de política, que podrían ayudar a construir un futuro más seguro con IA. L

Desde otra perspectiva Kai-Fu Lee señala que, a diferencia de la Revolución Industrial y la Revolución de las Computadoras, la de la IA no tomará ciertos trabajos ni los remplazará con otros. En cambio, traerá consigo la aniquilación de trabajos a gran escala; la mayoría serán trabajos mal pagados, pero también los habrá bien pagados.

Esta transformación dará como resultado ganancias enormes para las empresas que desarrollen la tecnología, así como para las que la adopten. Así que se estará ante dos situaciones que no conviven juntas fácilmente: riquezas gigantescas concentradas en relativamente pocas manos y cantidades gigantescas de personas desempleadas.

En su opinión, parte de la respuesta involucrará educar y volver a capacitar a las personas en las tareas en las que no destaquen las herramientas IA. Esta tecnología no se adapta bien a trabajos que involucren creatividad, planeación y pensamiento interdisciplinario. Sin embargo, lo más común es que estas habilidades se requieran en trabajos bien pagados, y sería complicado volver a capacitar a los trabajadores desplazados en estos.

Al igual que se indicaban en el punto anterior, Kai-Fu Lee sostienen que la mayor parte de las naciones enfrentan dos problemas infranqueables. Primero, la mayoría del dinero que produzca la IA irá a Estados Unidos y China. La IA es una industria en la cual la fuerza engendra fuerza: mientras más datos se tenga, mejor será el producto. Es un círculo virtuoso, y Estados Unidos y China ya tienen el talento, la participación en el mercado y los datos para ponerse en marcha.

El otro reto que tienen muchos países, menos los ya citados, es que sus poblaciones van en aumento, en especial los países en vías de desarrollo. A pesar de que tener una población grande y que el crecimiento puede ser un activo económico, en la era de la IA quizás puede ser una carga, porque estará compuesta principalmente de trabajadores desplazados.

Entonces, sugiere empezar a pensar en cómo minimizar la inminente brecha que abrirá la IA entre los que la tienen y los que no la tienen, tanto dentro de las naciones como entre ellas. Con una visión optimista considera que la IA es una oportunidad de repensar la desigualdad económica a escala global. Los efectos de estos desafíos tienen tal alcance para cualquier país que es imposible aislarse del resto del mundo.


Kai-Fu Lee (2017) “La verdadera amenaza de la inteligencia artificial”, junio. https://www. nytimes.com/es/2017/06/27/la-verdaderaamenaza-de-la-inteligencia-artificial/.

Ovanesso, Armen & Plastino, Eduardo. (2017). «Cómo la Inteligencia Artificial puede Generar Crecimiento en Sudamérica». Accenture Reserach. https://www.accenture.com/t00010101 T000000__w__/cl-es/_acnmedia/PDF-49/ Accenture-Como-la-IA-Puede-GenerarCrecimiento-En-Sudamerica.pdf.

Purdy, Mark & Daugherty, Paul. (2016). «Inteligencia Artificial, el Futuro del Crecimiento”. Accenture Institute For High Performance. h t t p s : // w w w . a c c e n t u r e . c o m / t 0 0 0 1 0 101T000000Z__w__/ve-es/_acnmedia/PDF16/Accenture_Inteligencia_artificial_el-futurodel_crecimiento_esp.pdf.

PWC. (2017) «Sizing the prize What’s the real value of AI for your business and how can you capitalise?». https://www.google.com. pe/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web &cd=1&cad=rja&uact=8&ved=0ahUKEwjk 4LvTjuDZAhUJ0lMKHRlCD6wQFggmMAA &url=https%3A%2F%2Fwww.pwc.com%2F gx%2Fen%2Fissues%2Fanalytics%2Fassets %2Fpwc-ai-analysis-sizing-the-prize-report. pdf&usg=AOvVaw2XQjkC6r03JVBwCJ_gOkT7.

SEGIB. (2016). «América Latina en una Encrucijada Histórica». Diario El País, 1 de julio, 2012.