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Crédito Agrícola

Estrategias innovadoras de gestión de riesgos para promover créditos en pequeños agricultores en América Latina y el Caribe


ALIDE y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) buscan analizar cómo se podrían promover los créditos agrícolas entre los pequeños agricultores en América Latina, a través de nuevas tecnologías financieras basadas en seguros por índices y sus variantes. Al igual que con cualquier nueva idea prometedora, se necesitará de una investigación del mercado financiero y del desarrollo de los productos para adaptar con mayor precisión las nuevas tecnologías al mercado local y los contextos legislativos.


A lo largo del tiempo, muchos bancos no han logrado resolver adecuadamente el dilema de los créditos agrícolas, especialmente los concernientes a los pequeños agricultores. En la mayoría de los casos, los bancos han mostrado una tendencia a recurrir al uso de prácticas de préstamos estándar basados en la obtención de garantías colaterales adecuadas y en la prevención, en lugar de la gestión de riesgos. Este tipo de prácticas ha permitido que otorguen créditos a empresas comerciales viables de la cadena de valor de la industria agrícola, como agricultores a gran escala, productores cautivos, procesadoras y exportadores. Todo ellos suelen poseer una vasta experiencia comercial y una garantía colateral adecuada; sin embargo, la dependencia en las prácticas de préstamos estándar ha excluido de un crédito asequible a los pequeños agricultores de los extremos de dicha cadena de valor.

Para cumplir su cometido de llegar a los pequeños agricultores, sin dejar de tener en cuenta las limitaciones de sostenibilidad fiscal, es necesario que los bancos en general, incluyendo los de desarrollo, consideren enfoques innovadores para el otorgamiento de préstamos que se aparten de las prácticas comerciales estándar.

En las últimas dos décadas se ha propuesto una variedad de nuevas y prometedoras tecnologías de préstamo cuya eficacia se ha comprobado en todo el mundo en vías de desarrollo; sin embargo, es probable que ninguna de ellas haya recibido más atención que los seguros agrícolas «por índice».

El seguro por índice es un contrato de reclamación contingente que paga al asegurado una indemnización basada no solo en las pérdidas probadas que este haya sufrido, como sucede con un seguro convencional, sino también en una variable o en un «índice» aleatorio, objetivamente observable, que esté sumamente relacionado con las pérdidas y que no se deje influir por las acciones del asegurado.

Es una variante del seguro de cosecha multirriesgo (MPCI, por su sigla en inglés) utilizado en los países desarrollados. Este seguro se diferencia del MPCI por eliminar el riesgo moral, ya que el asegurado no puede influir significativamente en el valor del índice, ni en la indemnización pagada por el contrato. Asimismo, casi no presenta problemas de selección adversa porque la tasa de la prima de su contrato se basa generalmente en la información disponible al público, y no en aquella otorgada a particulares. En términos económicos, es menos costoso de administrar ya que no requiere adaptar individualmente los términos de indemnización o comprobar por separado las reclamaciones de pérdidas individuales.

Además, resulta más fácil de comercializar y reasegurar un seguro por índice debido a que tiene requisitos de información más sencillos y muestra una mayor uniformidad y transparencia contractual.

En resumen, es un seguro agrícola vinculado a un índice correlacionado con los rendimientos locales, donde los contratos se suscriben contra riesgos relacionados con fenómenos meteorológicos que se definen y registran a nivel regional (pérdida de cosechas, animales o infraestructura por sequías, inviernos extremos, huracanes, etc.). Pueden ser contratados por los diferentes estratos de la sociedad: a nivel «micro», por pequeños agricultores, parecido a un microseguro; a nivel «meso», por proveedores de préstamos a pequeños agricultores (bancos de desarrollo agrícolas, IMF, calificadoras de riesgo agrícola, etc.); o a nivel «macro», por los propios gobiernos nacionales o subnacionales.

El pago de compensaciones se activa por patrones especificados previamente en el índice, que elimina la necesidad de evaluaciones in situ. Además, facilita el reaseguramiento del producto, ya que se basa en un índice independiente y verificable y permite que las aseguradoras transfieran parte de su riesgo a los mercados internacionales.

La principal ventaja de este seguro es su apoyo a la evaluación y administración del riesgo crediticio. Así, cada vez que se concede un préstamo agrícola, el banco asume riesgos sistémicos y no idiosincráticos —ya sean climáticos o en relación con la variación de los precios de los productos—, que afectan simultáneamente a un gran número de agricultores prestatarios y, por lo tanto, no se pueden diversificar en la cartera de préstamos agrícolas del banco. Caso contrario, si un banco fuese a realizar una fuerte inversión en créditos no asegurados a pequeños agricultores, experimentaría altas tasas de incumplimiento que podrían amenazar su solvencia.

Por ello, el buen diseño de un esquema de este tipo de seguro ayudaría a los bancos a manejar de manera más eficiente los riesgos sistémicos inherentes a sus carteras de crédito agrícola, les permitiría bajar sus tasas de interés, aumentaría el acceso al crédito y reduciría a gran escala el riesgo de déficit de liquidez de los bancos, lo cual podría resultar en insolvencia o imposición de un financiamiento externo elevado.

A pesar de las ventajas, aún no se sabe cómo integrar de manera adecuada los seguros por índices a nivel meso, a las prácticas de gestión de riesgo y de préstamos agrícolas de un banco. Probablemente, el método más directo y eficaz es que el banco adopte un enfoque holístico para la gestión de riesgos, en lugar del enfoque tradicional de prevención, por el cual la mayoría de los bancos se inclina y en el que los pequeños agricultores no ven beneficio alguno. Ante ello, se están utilizando en el mundo «los seguros por índices para crear contratos contingentes». Estos seguros tampoco son una panacea para los bancos de desarrollo, ya que tienen limitaciones si no se diseñan apropiadamente y pueden llegar a ser costosos si no facilitan el monitoreo detenido de los flujos de efectivo de las carteras de créditos agrícolas de los prestamistas. Así, el óptimo diseño de este tipo de seguro y la mejor estrategia para incorporarlo en las prácticas de préstamos del banco variará dependiendo del país, región, prácticas agrícolas, limitaciones legales y prácticas establecidas por el prestamista.

SEGUROS POR ÍNDICES EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

De los numerosos programas piloto y estudios académicos de seguros por índices se han aprendido muchas lecciones valiosas en el mundo en vías de desarrollo. A continuación se hace referencia a tres proyectos implementados durante los últimos años en la región.

América Central: En 2004, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) financiaron un proyecto de US$ 3,5 millones para fortalecer las capacidades del sector público y privado, y así poder gestionar los riesgos agrícolas financieros en Guatemala, Nicaragua y Honduras. El proyecto se implementó en colaboración con la Federación Interamericana de Empresas de Seguros (FIDES) y con la asistencia técnica del Banco Mundial y del International Research Institute for Climate and Society (IRI) de la Universidad de Columbia. El IRI desarrolló y tasó actuarialmente los contratos de seguro de lluvias basados en la tecnología satelital de teledetección para arroz, soya y sorgo en Nicaragua, y para sorgo, soya y maíz en Guatemala. El proyecto también se propuso transferir la capacidad en el diseño y desarrollo del producto de seguro por índices agrícolas al Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (ACIE).

El estudio piloto determinó que en América Central existe un vínculo sumamente fuerte entre los desembolsos de los contratos de seguro por índice de lluvias y los ciclos del fenómeno «El Niño». Como resultado, la mayoría de los contratos diseñados por el IRI mostraron una tendencia a brindar desembolsos generalmente, si no es que exclusivamente, durante los años de «El Niño». El programa piloto también descubrió importantes tendencias climáticas que se prevé impactarán a largo plazo en la agricultura de la región. Estas son, principalmente, el aumento de lluvias a lo largo de las costas del Caribe y la disminución de las mismas en las costas del Pacífico. Por lo tanto, sería necesario revisar continuamente las estructuras y los precios contractuales de los seguros por índices en respuesta a los cambios climáticos. Nicaragua: En 1998, el Banco Mundial (BM) analizó la viabilidad de introducir seguros por índices climáticos en Nicaragua y recomendó establecer un programa piloto de seguro por índice de lluvias para los principales productores de cereales en el noroeste del país. Los planes para iniciar el programa piloto estuvieron en proceso cuando el huracán «Mitch» devastó el país en octubre ese mismo año. Después de este evento se dirigió la atención hacia el desarrollo de un producto de seguro por índices que brindara financiamiento por desastres al gobierno nicaragüense durante eventos severos. Se diseñó y fijó un precio para un contrato de seguro por índices de acuerdo con el mercado mundial de reaseguros; sin embargo, el gobierno de Nicaragua descartó los planes de compra de seguros por índices climatológicos catastróficos argumentando que podrían depender adecuadamente de la asistencia de la comunidad mundial ante la ocurrencia de graves catástrofes.

En 2004 se reiniciaron los trabajos de seguro por índice y el Banco Mundial estableció una colaboración con el Instituto Nicaragüense de Seguros y Reaseguros (Iniser) para los mercados de seguro por índices en vías de desarrollo para la agricultura. En 2005, el Banco Mundial, Iniser y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) lanzaron un programa de seguro por índices meteorológicos dirigido a fortalecer los créditos para los productores de maní, en la zona oeste del país, con el objetivo de comprobar si estos seguros podrían generar una reducción de la tasa de interés que aplican los prestamistas a los agricultores. En 2007 empezó la fase operacional del proyecto cuando Iniser comenzó a vender el seguro diseñado para proteger, a mediana y gran escala, a los agricultores productores de arroz y maní contra sequías producidas durante los períodos vegetativos y frente a la humedad excesiva durante los períodos de siembra y cosecha. El liderazgo que brinda Iniser en Nicaragua sirvió como un catalizador efectivo para el desarrollo del mercado de seguros por índices meteorológicos. Particularmente, ayudó a lograr una colaboración institucional entre bancos, aseguradoras privadas, universidades, reaseguradoras, agencias agrícolas y climatológicas gubernamentales, y reguladores.

Perú: El riesgo de eventos severos de «El Niño», que puede causar lluvias torrenciales e inundaciones catastróficas, limita considerablemente el acceso a créditos agrícolas en el noroeste del Perú. En 2004, en un intento por mejorar la viabilidad de créditos en las áreas rurales, la United States Agency for International Development (USAID) emprendió un proyecto para desarrollar un contrato de seguro por índices para amparar las carteras de créditos agrícolas basados en el índice de El Niño- Oscilación del Sur (ENSO). El índice ENSO estima las temperaturas de la superficie del mar de las costas peruanas, donde las temperaturas más altas se asocian con los eventos severos de «El Niño» y las posteriores inundaciones. Un producto de seguro por índice ENSO se diseñó para que fuera comprado por los bancos de la región Piura, en Perú.

La banca peruana y el ente regulador de seguros aprobaron el producto; sin embargo, en 2006 se interrumpió el proyecto de seguro por índices debido a que el gobierno otorgó un subsidio para el seguro agrícola tradicional. Aunque posteriormente se perfeccionó el producto y se reanudó su venta.

Por un tiempo, el gobierno también ofreció un seguro de rendimiento del área a los bancos en las ocho regiones más pobres del Perú. El objetivo era proteger la subsistencia de los agricultores con menos de tres hectáreas de tierras ante una pérdida masiva de cultivos. El seguro de rendimiento indemniza a los campesinos con pagos desde S/ 400 hasta S/ 750 por hectárea, cuando el rendimiento sea menor al 40% del promedio histórico. Las ventas del producto de seguro alcanzaron US$ 17 millones entre 2009 y 2010, y US$ 19 millones entre 2010 y 2011. Sin embargo, la prima que pagaron los agricultores alcanzó solo el 14% del valor asegurado y el resto lo pagó el gobierno regional o el banco agrícola nacional. Finalmente, ambos programas de seguros por índices fueron abandonados debido a que no eran sostenibles. En la actualidad, el único seguro agrícola disponible en Perú es un seguro MPCI subsidiado a través del Banco Agropecuario (Agrobanco), que es comprado por no más del 25% de prestatarios.

CONCLUSIONES

  • Si los bancos de desarrollo van a aumentar sus préstamos agrícolas, en particular los destinados a los pequeños agricultores, tendrán que experimentar innovadoras tecnologías de préstamo.
  • Adoptar un enfoque holístico a una gestión de riesgos que emplea seguros por índice a nivel meso, en lugar de depender de la prevención de riesgos, ofrece un camino a seguir y puede resultar especialmente eficaz si se combina con otras tecnologías de préstamo, tales como créditos grupales y banca móvil.
  • Los esfuerzos de ALIDE y FAO, en colaboración con los bancos de desarrollo, tienen el potencial de mejorar las prácticas de gestión de riesgos y créditos agrícolas en el sector de los pequeños agricultores de América Latina y el Caribe, mediante impactos sociales positivos de gran alcance. Estos incluyen: 1. aumento en el acceso a préstamos de producción agrícola a menores tasas; 2. incremento en la adopción de tecnologías mejoradas de producción; 3. aumento en los ingresos, consumo y ahorros y reducción en los riesgos de subsistencia; 4. reducción de las tasas de incumplimiento de préstamos agrícolas, y 5. aumento de la rentabilidad y reducción de riesgos de préstamos bancarios a pequeños agricultores.