El desarrollo territorial –urbano y rural– requiere considerar en forma inteligente el proceso de crecimiento de los distintos sectores económicos y sociales, proceso en el que la banca de desarrollo desempeña un importante rol en su fomento y financiación. Desde la promoción de ciudades del conocimiento donde se fomente la innovación para actividades de alto valor agregado con base en tecnología de punta; el desarrollo sectorial y productivo sostenible, funcional a la proyección de la ciudad y el campo y a la disminución de la brecha rural-urbana; así como el propio reinventarse continuamente por las instituciones financieras de desarrollo para abordar los desafíos que plantea el cambio estructural de nuestras economías y la optimización del impacto de su acción financiera; las variables conocimiento, innovación y tecnología permean los distintos aspectos en los que gravita la banca de desarrollo de hoy como instrumento moderno y fundamental de la política pública en el proceso de cambio económico latinoamericano y del Caribe.